– ¿Se usan hormonas para el crecimiento del pollo?
– “Sencillo: no existen ni son necesarias”

Al contrario de lo que creen algunas personas, se ha comprobado que los pollos nunca han usado hormonas durante su crecimiento.

El pollo es uno de los alimentos más consumidos en el mundo por su alto valor nutricional, con un contenido importante de vitaminas y minerales, a un precio alcanzable y una gran versatilidad culinaria por la gran diversidad de preparaciones que permite.

En la década de los 50 un pollo era alimentado por cien días para alcanzar un peso de 2.1 kilogramos. A finales de los 60 se redujo el tiempo a 67 días y en la actualidad está listo para salir al mercado entre los 42 y los 45 días. Lo anterior es el resultado al gran avance en el cruce de razas así como a la adecuada nutrición y al correcto manejo que reciben las aves en las granjas.

Por lo tanto, si algo le hace daño a la industria del pollo en el mundo entero es la falsa creencia de que en el crecimiento del pollo se utilizan hormonas para conseguir una mayor ganancia de peso en el menor tiempo posible. Esta creencia, que viaja con la velocidad propia del «correo de las brujas», ha generado desconfianza hacia el producto entre un segmento de consumidores que llegan incluso a privarse de este alimento reconocido por sus propiedades nutritivas.

Ya que no existe ninguna razón lógica para utilizar dichos compuestos en la producción avícola, los doctores Nick Dale y Alan Davis profesores de Ciencia Avícola de la Universidad de Georgia, citan al menos seis razones que desvirtúan este mito:

1. El costo de las hormonas sería elevado. En vista de que las hormonas de crecimiento para aves no se producen de manera comercial, su costo sería muy alto. Tanto, que si se administrara un miligramo de dichas sustancias a un pollo de engorde, su costo sobrepasaría el valor mismo del ave, lo cual no tendría ningún sentido desde el punto de vista comercial.

2. Simplemente, no es necesario el uso de hormonas. El rápido crecimiento del pollo (en 42-43 días está listo para salir al mercado) ocurre porque los procesos de cría y engorde hoy toman menos tiempo, gracias, no al uso de hormonas, sino a los avanzados trabajos de mejoramiento de razas que vienen haciendo las compañías que suministran el pie de cría a los productores del mundo entero. Esto, acompañado de una adecuada alimentación a base de proteínas, vitaminas y minerales (que se obtienen básicamente del maíz y la soya), así como de un correcto manejo en granja, ayuda a la expresión genética de las aves.

3. Las hormonas no son efectivas. La administración de hormonas de crecimiento no hace crecer a las aves, de la misma forma que no convierte en superdotadas físicamente a las personas que se inyectan este tipo de sustancias. El crecimiento es una muy compleja combinación de funciones metabólicas que dependen de un amplio conjunto de señales endocrinológicas. Emplear hormonas en la industria del pollo sería tanto como botar el dinero, sencillamente porque estas no alcanzarían a ser asimiladas por el ave en su corto periodo de vida.

4. Las hormonas podrían tener un impacto negativo en el desempeño del pollo. La administración de hormonas a los pollos sería contraproducente, en vista de que estos viven prácticamente al filo de su máximo límite metabólico. Incluso, en ocasiones es recomendable recurrir a la restricción alimenticia, con el objeto de reducir la velocidad de su crecimiento. En regiones tropicales, un incremento en la velocidad del crecimiento, seguramente aumentaría la mortalidad de las aves por estrés calórico.

5. La administración de hormonas sería en extremo difícil. Como las hormonas no se pueden administrar por vía oral, los pollos tendrían que ser inyectados por vía intravenosa, lo que significaría una tarea descomunal, dado que hablamos de cientos de miles de estas aves en cualquier granja de tamaño mediano.

6. Se requiere esfuerzo físico para aumentar la masa muscular. El empleo de esteroides anabólicos para conseguir mayor masa muscular en los pollos es un imposible en esta industria, sencillamente porque las aves tendrían que hacer ejercicio (como los deportistas que utilizan estas sustancias) para conseguir el efecto deseado.

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Fenavi – Fonav, a través del Programa Pollo, desarrolla estrategias puntuales para desmitificar estas falsas creencias, dentro de las que se destacan: Encuentros con periodistas, talleres con profesionales de la salud y desarrollo de artículos técnicos y material promocional, con el fin de informar la verdad acerca de estos mitos.

Para mayor información le invitamos a visitar: www.fenavi.org y www.acomerpollo.com
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