Los arrieros eran personas que se dedicaban a transportar mercancías en largos recorridos; sus jornadas eran muy largas y agotadoras y al mediodía necesitaban de una recarga de energías. ¡Nada mejor que una combinación de productos de su tierra! Así se dice que nació el fiambre como fuente de energía, que al día de hoy es un plato familiar y artesanal para disfrutar en días de descanso o en paseos a fincas y ríos. Generalmente estaban compuestos de arroz, carne de res o de cerdo en cecina, de preferencia frita, huevo cocinado, tajadas de plátano maduro, papa cocinada con cascara, yuca cocinada, arepa y, a veces, un buen chicharrón. Todo eso envuelto en hoja de plátano o de bijao y amarrado con guasca de plátano.