El reino de Bélgica no aparece como uno de los destinos gastronómicos de gran prestigio en el mundo. Con frecuencia se asocia a la comida francesa y en algunas regiones a la alemana. Pero si con curiosidad de iniciados se busca en donde están los platos más representativos aparece más de una sorpresa.
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Quienes visitan este reino de la Europa Central, se maravillan con el sabor de sus cervezas que con seguridad pueden ser las mejores del mundo. Y si se pregunta a qué huele Bélgica, la respuesta inmediata es subyugante: a chocolate de la mejor calidad, preparado con esmero para deleite de miles de personas en el mundo que disfrutan del placer de saborear algo que se encontró por los descubridores en América, pero que luego fue transformado para que lo prueben apasionadamente los adictos o no del planeta. Y si se recorren las calles de Bruselas, se podrán ver a cientos de personas con un envoltorio de papas fritas que se consumen por los peatones adornándolas con salsas diversas en una especie de ritual nacional. Luego, entre usted a cualquiera de los lugares cercanos a la bellísima Plaza Mayor y podrá degustar las famosas “moules” o mejillones que sacian los más voraces apetitos. A los “waffles” que también veremos en el Parque Ferial de Popayán, los denominan “gaufres” y también constituyen otro hito de la gastronomía belga.

Todo esto, sumado a la cordial insinuación de la Ministra Mariana Garcés Córdoba, llevó a la Junta Directiva de la Corporación Gastronómica de Popayán a convidar a Bélgica para que fuera “Invitado de Honor” al XIV Congreso que en septiembre de este año se llenará de aromas y sabores que muchas veces han sido desconocidos en estas latitudes.

Y no se hablará de Bélgica únicamente como la sede de la Unión Europea y de universidades famosas como Lovaina, o de ciudades emblemáticas como Brujas o Lieja, sino que conoceremos la música callejera de Bruselas con acentos medioevales, adornaremos balcones y plazas con su bandera y probaremos sus deleitosos manjares en muestras, catas y talleres a disposición de todo asistente.

En otras ocasiones memorables, un chef belga generoso con Popayán, Francois Cornellis nos había hecho enamorar de este reino que hoy se nos aproxima con la magia de sus sabores ancestrales. Entremos a disfrutar sus platos, a conocer más de su cultura, a familiarizarnos con sus acentos para saber que si algo es importante en nuestros congresos es ampliar la visión lugareña por una más amplia y universal que presentan los fogones.

GUILLERMO ALBERTO GONZÁLEZ MOSQUERA.
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